25/2/10

Autocontrol y castigo

Un profesor de conducta canina al que admiro , a menudo comenta que utilizar el castigo para enseñar algo o modificar la conducta de un perro es de mediocres. Detrás de este comentario atrevido poco a poco he ido desarrollando una serie de reflexiones que me gustaría compartir aquí.
Después de oír eso sobre las capacidades de algunos educadores pensé que aun entendiendo perfectamente los mecanismos de aprendizaje y conducta de un perro, quizás en algunos casos a cualquiera se le puede escapar un tirón brusco de correa, una bronca verbal o cualquier cosa que huela a acción punitiva con el perro. Yo misma había caído en esto con mi sufrido perro reactivo pero di por bueno el comentario y un buen día decidí cambiar todos los procedimientos y viajar de, no necesariamente un extremo, pero sí desde un punto alejado hacia la educación en positivo. Desde ese momento dejé de corregir la correa, de utilizar tonos graves en la llamada (vaya estupidez usarlos, ahora lo sé) o para exigirle cualquier orden, decirle que se callara si ladraba de forma inoportuna (inoportuna para mi claro)... en definitiva eliminé cualquier corrección, hasta la más mínima y sutil de mi repertorio.

Es muy difícil en ocasiones no perder los nervios con un perro reactivo

Por suerte, no tenía más problema que su actitud con otros perros (¿sólo la suya?) pero en esos momentos estábamos acostumbrados a vivir el momento con varias correcciones verbales y de correa más o menos tensas. Constaté que eliminar castigos y correcciones es un ejercicio Zen meritorio y que debe hacerse con absoluto convencimiento de que va a funcionar. Ahora lo lógico sería hablar de los efectos del castigo en el perro y de cómo empeoraba su reactividad con las correcciones ante otro perro, hablar de lo efectos del estrés y las técnicas punitivas... pues no, lo siento. La reflexión irá más allá pero espero convencer a alguien de que quien castiga a su perro no sólo es mediocre sino que es "flojo" emocionalmente. Los momentos en los que más me costaba dejar de aplicar una corrección era generalmente los días en los que yo tenía un mal día, en los que yo estaba pasando vergüenza por la situación, en las que me sentía observada y juzgada por el comportamiento de mi perro, cuando me sentía ansiosa por ver resultados que tardaban en llegar, cuando me alteraba la conducta de otro propietario, es decir ante la sensación de frustración por no tener controlado ese momento.

El tirón era consecuencia de la falta de confianza en mí y en el perro para evitar situaciones estresantes para ambos

El tirón significaba mi castigo no sólo de correa sino emocional hacia mi perro por ser como era, por no ser como los demás.
Más tarde, habiendo superado esa etapa y siendo capaz de mantener una relación normal de comunicación con él y alcanzar notables mejoras en su conducta, empecé a fijarme y catalogar el perfil de educador que usa sistemáticamente castigos con el perro.

Entendí que el castigo es frustración, incapacidad, desconfianza, limitación

Cualquier educador que conozca en profundidad el perro, las teorías de conducta, sistemas de aprendizaje, ciclos vitales... evitaría consecuentemente los castigos. Mi reflexión sobre estos aspectos no tan técnicos pero si emocionales sobre el uso del castigo es muy personal pero me parece importante que sirviera para preguntarnos un instante antes de castigar o corregir a nuestros perros impulsivamente ¿Por que lo ha hecho? ¿Estoy tensa u ofendida por la actitud del perro? ¿Ha hecho algo peligroso o más bien yo me he asustado?

9/2/10

¿Comprar o adoptar?

Casi un 25% de españoles tienen uno o más perros en sus hogares. Decidirse a tener un perro debe meditarse con especial atención ya que cada año unos 120.000 perros son abandonados como consecuencia en muchos casos de una mala decisión. Respecto a la educación y el conocimiento de nuestro perro menciono en el post anterior algunos consejos a tener en cuenta. Pero llega el momento de hacerse una pregunta: ¿adoptar o comprar?

En mi opinión, hay una respuesta para cada caso que debería encajar con las necesidades de cada uno

Por ejemplo, en nuestro país el índice de abandono es altísimo y las perreras no dan abasto para acoger la cantidad de perros que pasarán semanas, meses o años tras una jaula esperando una oportunidad. Los menos afortunados terminarán eutanasiados sin remedio.
Es evidente que se merecen una segunda oportunidad y debemos aprovechar para dársela, siempre y cuando tengamos en cuenta una serie de aspectos. No olvidemos que demasiados perros adoptados son devueltos a las perreras por no tener en cuenta algunas consideraciones. A mi parecer el adoptante debería pensar que su perro ha sido abandonado, quizás maltratado y ha pasado un tiempo encerrado en un infierno con lo cual, es probable que necesite una dedicación extra (aunque no siempre es así) pues ha pasado por algo traumático. Eso quiere decir que no aconsejaría adoptar sin recomendación de alguna persona experta cualquier perro a familias o personas sin experiencia o con poca voluntad de dedicación mil por mil a su nuevo y necesitado compañero. Cabe decir que una correcta adopción supone para un perro esa merecida oportunidad y para los adoptantes la intensa experiencia de compartir la vida con un perro que sabrá valorar, saborear todas y cada una de las cosas maravillosas que le ofrezcamos de una forma muy especial.

Una decisión acertada en cada caso será la llave de una convivencia larga y feliz

La siguiente opción es comprar un perro y este tema daría para un nuevo post, pero intentaré simplificar qué parámetros son los mejores para acertar en esa decisión. Para empezar, hay que saber que el mercado de los animales de compañía está sometido al más absoluto descontrol, desensibilización y salvajismo con el consentimiento de las administraciones que conceden licencias para la venta de mascotas. Mi consejo personal es evitar comprar en tiendas o macroespacios que se autodenominan criadores y similares pues las prácticas abusivas e inexpertas con los animales de estos mal llamados profesionales, conllevan un sinfín de problemas físicos y de conducta. No me extenderé más en eso y pasaré a recomendar la compra directamente en criador. Un buen criador respetará las necesidades de las madres y los cachorros y garantizará una correcta manipulación de los animales desde su nacimiento hasta que entra en un hogar así como el carácter de nuestro perro. Un buen criador siempre tiene las instalaciones listas para ser visitadas y a los perros adultos a disposición para ser valorados por el comprador del cachorro tanto por su estética como por su carácter. En este caso, elegir una raza que se ajuste a las necesidades exactas de una familia, es la opción más apropiada para todos aquellos que prefieren un perro "a medida" o quieran tener la experiencia de ver crecer y disfrutar de todas las etapas de la vida del perro.


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